jueves, 22 de enero de 2015

Los Ortodoxos en Venezuela.El comienzo de la historia.Nicolas Ferdinandov.



   Nicolas Ferdinandov.Artista Plastico,aventurero y empresario cultural.Amante del Caribe y de Venezuela.Pescador de perlas.Nacido en Rusia.Un cristiano ortodoxo que llego a comienzos del siglo XX en un barco griego a pescar perlas en la Isla de Margarita.



“Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra en que mora”
 CAPITULO I


                                              “ La  Adopciòn de la Tierra y su Heredad “

  Génesis 17:8


         En 1918 la Perla del Caribe, nombre atribuido a la Isla de Margarita en el Caribe venezolano, contará entre sus pescadores de “lágrimas marinas” con la figura alta y desgarbada de un hombre de facciones rubias el cual  extrae las perlas con la finalidad de guardarlas cuales piedras preciosas a la corona de la Reina. Se llamaba Nicolás Ferdinandov (Nicolai Alexeievich) y había nacido en Moscú en 1886, hijo de una distinguida familia rusa quien hizo una especial amistad con el hijo de León Tolstoi, el Conde Ilia Lvovich Tolstoi. Pintor, diseñador, relojero, amante de la música, promotor cultural y políglota. Una especie de Factótum exótico que se enamoró del mar venezolano y que se establece constituyendo una familia.Venía de Estados Unidos con la idea de llevar a cabo una exposición de arte itinerante por el mar. Abandona Rusia tras negarse a participar en la guerra mundial y recorrió numerosos países del oriente entre ellos: Egipto, Líbano, Turquía y Marruecos. Llega a la isla venezolana como marinero en un buque de bandera griega con una invitación del poeta margariteño Pedro Rivero.
         El artista ruso adoptara la tierra venezolana y se establece en Caracas donde participa en el medio intelectual y artístico de la Venezuela que luchaba por sus ideales de expresión en medio de una oscura dictadura como la de Juan Vicente Gómez. Allí se casa con Soledad González, su modelo, y conoce a Armando Reverón, el más grande de los artistas plásticos que ha parido esta tierra hasta el sol de hoy. Este dúo de artistas se traslada a Macuto y comienzan a compartir la experiencia pictográfica del mar. La acuarela de Ferdinandov es extasiada por el paisaje submarino y el azul lo que le lleva al proyecto de construir un submarino. En la película “Reveron” del año 2010 del cineasta venezolano nacido en Margarita, Diego Risquez de marcada característica “onírica” nos encontramos con una escena que refleja el amor de Ferdinandov hacia lo que es la tradición de los Iconos como ventana a la espiritualidad del pueblo ortodoxo y regala uno de San Nicolás, Patrono de los marineros, al famoso pintor venezolano en su retiro del “Castillete” cercano al zona de las Quince Letras en Macuto. Lamentablemente la dictadura apunta esta vez hacia el artista ruso quien se ve obligado a abandonar Venezuela tras las pretensiones amorosas de los Gómez hacia su esposa “Solita”. La familia abandona Venezuela y se establece en la vecina Curazao donde falleció víctima de la Tuberculosis en 1925. Quedaron sin realizarse los proyectos de la exposición itinerante en el mar y del submarino.
            Con esta bella experiencia de un hombre de las artes que recordaba y cantaba la música popular rusa en los círculos de artistas de Caracas y de una situación política que marcó una época, he querido iniciar este capítulo dedicado a todos aquellos que dejaron sus raíces, familia, cultura y espiritualidad para probar destino en las lejanas tierras de Latinoamérica, concretamente Venezuela, siguiendo la visión de Pablo de ser ciudadanos del mundo y de itinerancia en él nos encontramos con la adopción de una tierra y su correspondiente heredad.
   La historia venezolana se vio marcada por continuas guerras, primero de independencia y luego de reivindicaciones sociales. Tras la eliminación de la esclavitud en 1854 y lo diezmado de la población nacional la política de los gobiernos se abre hacia las diversas migraciones de extranjeros. Primero con canarios y alemanes y posteriormente con chinos y “turcos”. Con el gobierno de Guzmán Blanco se incentivan las misiones procedentes de Asia. El siglo XX inicia con numerosas convulsiones políticas lo que frenó el desarrollo de las migraciones extranjeras. Sin embargo la Primera Guerra Mundial, la caída del Imperio Otomano y las luchas de liberación de los pueblos árabes impulsa una gran diáspora en la que Venezuela, por hallarse ubicada en el mar y ser entrada de Sudamérica la convierte en el destino inmediato de los  cariñosamente denominados “turcos”. Cabe destacar que estos llamados así por nuestro pueblo no son ni de raza ni cultura turca sino árabes, libaneses, armenios y demás pueblos que habitaban dentro del gran moribundo y después fallecido imperio. Esta migración entraría principalmente a través de la costa oriental y seria en su inmensa mayoría de fe cristiana la cual convivía dentro del status que les garantizaba el imperio otomano y que se perdería tras la instauración de los diversos sultanatos y emiratos de origen musulmán en el medio oriente. En el caso de los armenios procederán en su inmensa mayoría tanto de Turquía como de Líbano. La década del Veinte y el Treinta será  común para el venezolano la adopción de estos llamados “Turcos” quienes se integraron plenamente a la cultura venezolana. Ortodoxos, armenios, maronitas conocieron y adoptaron una nueva forma de vida. No dispongo de información sobre Sacerdotes o religiosos que hayan llegado en esta migración a lo largo de estas dos décadas.
       A partir de 1936 y tras la muerte de Juan Vicente Gómez se incrementa la inmigración hacia Venezuela esta vez procedente de Europa tras los acontecimientos que antecedieron a la Segunda Guerra Mundial esto contribuye al proceso de modernización y desarrollo de Venezuela. Esta vez se trata de una inmigración distinta a la que había antecedido: artistas, profesionales, científicos y religiosos  los cuales se trasladaron incluso con sus familias desde países como Alemania, Austria, Rusia, Bulgaria, Ucrania, Rumania y otras naciones de centro y el oriente de Europa. Cristianos Ortodoxos y judíos vendrían de estos países huyendo de dos comunes enemigos: el nazismo y el comunismo. Esta vez no entrarían por el oriente del país sino por las ciudades industriales y petroleras tales como: Caracas, Valencia y Maracaibo. El elemento familiar contribuye inmensamente en la consolidación del elemento religioso dentro de las nuevas comunidades las cuales se establecen por lo general en urbanizaciones y barrios residenciales como en los casos de San Bernardino para la Comunidad Judía y Alta Vista para la Cristiana Ortodoxa principalmente de origen ruso. La Segunda Guerra Mundial interrumpió gran parte del proceso migratorio pero este se reactivaría tras la culminación de la guerra a partir de 1946 con las persecuciones y la división de Europa a través de la Cortina de Hierro. En este periodo llegarían los primeros sacerdotes en calidad de misioneros a través de la vía de comunicación que facilitaba Yugoslavia con Occidente. Entre 1946 y 1952 aproximadamente 10000 almas entraron a Venezuela procedentes de Europa oriental entre ellos 2000 yugoslavos y 4000 ciudadanos de la Unión Soviética la mayoría cristianos ortodoxos y judíos además de una pequeña minoría de ateos. Aunque de Venezuela continuaría otros hacia Colombia, Brasil y Argentina la mayoría se establecería en la Venezuela próspera que apuntaba la década del cincuenta. De aquí en adelante corresponde al proceso de asimilación de estas comunidades con descendientes ya venezolanos que tendrán que compartir un contexto bicultural  el cual desarrollaremos en capítulos aparte.





















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